Hacia un uso más sostenible de los plásticos en el sector agroalimentario

Noticia via CREDA 

Nuestro modelo de consumo y muchas de las actividades que llevamos a cabo abarcan el uso de materiales plásticos y, si nos fijamos en la alimentación, fácilmente nos damos cuenta de que este sector no es una excepción. Encontramos fruta en bandejas de plástico, verdura envasada en film, pescado en cajas de porexpán… Los plásticos están prácticamente en todas las cadenas de valor agroalimentarias.

Este material representa una problemática medioambiental enorme, por la gran cantidad que lanzamos al medio ambiente y porque necesitan mucho tiempo para descomponerse. Por poner un ejemplo, una simple botella de plástico tarda unos quinientos años en degradarse. En respuesta a este gran reto, entre 2018 y 2019, se establecieron tres directivas europeas: la 2018/851sobre los residuos, la 2018/852 relativa a los envases y la 2019/904 para la reducción del impacto de determinados productos de plástico en el medio ambiente. En el 2022, estas directivas se trasladaron a una ley y a un real decreto español.

Para entender el nuevo escenario legislativo y cómo éste afecta al sector agroalimentario, hablamos con Cristina Escobar González y David Fernández Guerrero, investigadores del CREDA que trabajan en el proyecto ECOPAP, una iniciativa que busca alternativas a la gestión de los residuos plásticos en este sector.

CARO PARA EL MEDIO AMBIENTE, CARO PARA EL BOLSILLO

Por ponernos en contexto, el doctor Fernández y la doctora Escobar nos explican el concepto de responsabilidad ampliada del productor, que obliga a las empresas productoras de agroalimentación a hacerse cargo del coste del reciclaje de los plásticos que llegan al consumidor. Concretamente, las empresas pagan una tasa a Ecoembes, la gestora española encargada de la recogida y reciclaje de los plásticos y, una vez éstos han sido recuperados, los productores pueden tener un retorno de la cuantía pagada.

Pero hasta ahora, la responsabilidad ampliada del productor sólo se aplicaba para el uso de los plásticos de envases domésticos, es decir, aquellos que el sistema agroalimentario hace llegar hasta el consumidor. Fernández explica que con el nuevo Real Decreto se añadirán los plásticos que no son de uso doméstico, «como los envases industriales o el filme para el paletizado de cargas, por los que también se aplicará una tasa a las empresas productoras». Escobar menciona que esta nueva situación, abre las puertas a que otras empresas gestoras puedan hacerse cargo del reciclaje del plástico y, por eso, ahora «empieza una nueva etapa en cuanto al uso del polietileno».

Pero el alcance de la nueva normativa no termina aquí, la ley establece un impuesto para la utilización de plásticos vírgenes, es decir, aquellos creados a partir de hidrocarburos en lugar de fuentes alternativas como la materia orgánica, o plásticos reciclados. Y es que, hasta ahora, materiales aprovechables como el RPET, eran más caros que el plástico virgen.

Así, estas dos iniciativas combinadas plantean un nuevo escenario donde producir alimentos haciendo uso de plásticos será más costoso que nunca y, como dice Escobar, “ahora los productores agroalimentarios tendrán más motivos que nunca para querer reducir el uso del plástico”.

 

EFECTOS VARIOS PARA EL SECTOR AGROALIMENTARIO

La nueva ley de los plásticos tiene distintos impactos según la cadena de valor agroalimentaria en la que nos fijamos, dependiendo de como de intensivo sea el uso de plásticos. Por ejemplo, la cadena piscícola necesita cajas para comercializar el pescado desde las lonjas. Habitualmente, estas cajas son de porexpán porque este material es un buen aislante, aunque es uno de los plásticos más difíciles de reciclar. Cuando preguntamos a los investigadores si el porexpán podría sustituirse por otro material, la respuesta de Fernández es clara: «sí se puede, pero hasta ahora no se ha cambiado por una cuestión de precio.»

Si nos fijamos en el aceite, vemos que los productores tienen una gran dependencia del plástico, porque se trata de un producto que se comercializa mayoritariamente en garrafas de dos o cinco litros. Para este sector, realizar el cambio a otro material representará un giro importante para su sistema productivo. Y es curioso ver cómo, en cambio, la producción y distribución del vino ya está planteada de forma distinta, con “botellas comerciales de vidrio que permiten que esta cadena de valor sea mucho menos dependiente del plástico”, añade Escobar.

 

ECOPAP: UN PROYECTO CON LA VOLUNTAD DE IMPULSAR SOLUCIONES INNOVADORAS

Aunque la nueva normativa no tiene el mismo impacto en todas las cadenas de valor, todas ellas deben tomar partido si no quieren que el coste de producción aumente. Por eso, este escenario puede servir para repensar cómo podemos producir, distribuir y comercializar los alimentos de forma más sostenible.

Aprovechando este contexto, nace el proyecto ECOPAP (Economía Circular para la Optimización de los Plásticos Agroalimentarios del Panadés) con la voluntad de impulsar soluciones que ayuden al sector agroalimentario a afrontar el reto de los residuos plásticos. Este estudio y propuesta práctica se impulsa desde el CREDA, donde la doctora Escobar y el doctor Fernández forman parte del equipo de investigadores.

Fernández nos explica que el plan de acción de ECOPAP se enmarca en las comarcas del Panadés (Garraf, Alto y Bajo Panadés, parte del Anoia) donde, partiendo del trabajo realizado en el proyecto Interreg Mediterranean Blue Bio Med, se implementan metodologías para ayudar a cuatro cadenas de valor de esta región a identificar innovaciones que ayuden a gestionar de forma circular los residuos plásticos. Estas cadenas de valor son: la Denominación de Origen (DO) Panadés para la producción de vinos, la denominación de Origen Protegida (DOP) de Siurana para la producción de aceite de oliva, las cofradías de Pescadores y la Indicación Geográfica Protegida (IGP) del Gall del Panadés.

 

LA TRANSFORMACIÓN EN MARCHA: INNOVACIONES PARA LA SOSTENIBILIDAD

Después de una primera fase de investigación, el proyecto ECOPAP ha llevado a cabo talleres para poner en contacto a productores, investigadores, representantes públicos y empresas que aportan innovaciones para encontrar nuevas formas de sustituir, eliminar o reducir el uso de plástico.

Los talleres realizados en ECOPAP han servido para establecer conexiones entre dichos sectores y han permitido identificar necesidades y oportunidades para reducir los plásticos agroalimentarios. Por ejemplo, se han planteado diversas innovaciones en cuanto al filme empleado en el paletizado, como la utilización de bioplástico, filme de menor micraje (peso) o el pre-calentamiento del filme para conseguir que se pueda estirar más y así reducir la cantidad de uso. «Estas tecnologías podrían tener una gran repercusión medioambiental porque el filme es uno de los materiales más utilizados por todas las cadenas de valor», menciona Escobar.

También son relevantes otras muchas propuestas innovadoras que se pueden encontrar en la web de ECOPAP, como las que facilitan la recogida de plásticos en el ambiente para hacer, por ejemplo, tapones para botellas de vino a partir de plásticos reciclados.

Una vez finalizados los talleres, los investigadores de ECOPAP miran hacia el siguiente estadio del proyecto, donde se formará una comunidad online para que los diferentes actores puedan estar en contacto permanentemente. Así, podrán incorporar las innovaciones que vayan surgiendo y seguir avanzando de forma colaborativa hacia la reducción de los plásticos del sector agroalimentario.